martes, diciembre 05, 2006

Almas en Llamas

Dejo dos velas,
la tuya, la mía,
la blanca, la negra.
Llevan años prendidas,
pero no tantos
desde haberse encontrado.
La mía, la tuya,
una pequeña, otra grande.
La mía lleva
un poco más encendida,
pero ya es muy chica.
La mía es una vela rota,
la tuya es una sana.
Ambas tienen marcas
por la cera derretida,
derramada por el tiempo
como lágrimas.
La tuya brilla más,
es lo que importa en este mundo,
la gente lo aplaude,
ellos se apasionan.
La mía tambalea, parece esconderse,
casi se apaga una y otra,
y otra vez.
Sufre, tiembla, arde y vuelve
a ser como cualquiera.
Pero ella es pequeña,
le queda poca vida.
Ella ya no quiere más
intentar brillar.
Ella está enterrada
en su propia existencia.
Ella se apaga, se apaga
cada vez más.
¡Gracias por intentar cuidarla!
¡Gracias por querer que sea ella,
algo especial!.
Pero ya no tiene más ganas
de crecer en las sombras.
Ya no puede luchar más.
No te rindas... ¡No te rindas!.