domingo, octubre 22, 2006

La verdad de mis sentimientos
Y al que me extrañe, me perdone...
y al que lo sienta me abandone,
pues no soy carne para ser lanzado
ni deshecho para ser juzgado.
Que el que comprende, tira vida
que el valiente ya ha dejado.
Quien aventura enseguida
y bebe como de una fuente
cual daga, hasta la muerte,
en el vientre ha quedado.
Y sonrío en presencia
de una dama conocida,
que estragos ha causado
y bendice con mi ausencia
pues he sido entregado
por migo mismo y mi demencia.
Y al que me extrañe me perdone
y al que lo sienta me abandone.
Ni fui carne para ser lanzado
que en una caja, recordado
bajo tres metros y al infinito
cristal roto del alma
eternamente encerrado.
De pronto dije más de lo que quería. Se me escapó hasta el último susurro de mi espíritu. Entregué mi Cielo y mi Tierra a un mundo desordenado, que no me comprende, que no daría nada por mí. Que no escucha. Que hay que gritar para que te presten atención. Que hay que volverse completamente distinto. Que hay que discutir sobre mucho. Que hay que contradecir hasta tus propias ideas, hasta llegar a nuevas. Que no te deja ver bien. Que te dice cosas erróneas para que aprendas y después te las niega. Que te enseña cosas para después negártelas. Que no tiene una definición de bien. Que no tiene una definición de mal. Que no tiene una definición. Que se basa en estúpidas afirmaciones y negaciones. Que no acepta ideas nuevas. Que no acepta revoluciones de cualquier tipo. Que intenta cerrarte. Que intenta que no crezcas. Que no te protege. Que no te deja sentir. Que piensa que porque algo esté escrito hace siglos está bien. Que piensa que lo que hacen los humanos está bien. Que piensa que algo hecho por los humanos está bien. Que cree que el arte no es importante. Que cree que la expresión no lo es todo. Que cree que alguien no se puede salvar por eso. Que intenta apagar mi llama. Que intenta apagar tu llama. Que presupone cosas que no sucedieron. Que coloca toda su atención en el amarillismo. Que sólo fija ideas tontas. Que no me deja vivir. Que te dice qué hacer y qué no. Que llega a su mente, la remota idea de que va a controlar a un espíritu libre. Que está seguro de poder ordenarme. Que no sabe que soy eterno. Que no sabe que soy inmortal. Que no sabe que mi legado se escribe en rojo. Que menosprecia mi Universo. Que no se da cuenta que ya perdió...
Me dejé llevar y lo dije todo. Me dejé llevar, me dejé llevar... Lo siento mucho... Lo siento... El terror debe ser mutuo para que haya cierto equilibrio. Y tendremos que compartirnos hasta que uno de los dos decida. Nada se pierde hasta el final...
Octubre, 2006.