lunes, enero 01, 2007

Catorce Días Muertos

Algo sin sentido,
que debía ser escrito.

Un hueco oscuro en el espacio, en el tiempo, en el Universo mismo. Una simple despedida, normal, irracional para tal momento. Una mirada a la espalda, a las ruedas que giran, a todo lo que se va, sin decir adios. Otra vez, un mal presentimiento. Un sonido sordo se apodera del lugar y el aterrador silencio absoluto se hace escuchar. No es nada, eso es lo más fácil de pensar. Instantes más tarde, un viaje se volvía la oferta esperada. La espera somnolienta de distintos sucesos de la noche anterior, sumado a años de depresión y una cortadura en la mano izquierda, tornaron el trayecto un tanto incómodo. Era momento de decidir. Siempre, siempre hay que decidir. El tiempo de cambios siempre se presenta. Es como una torre derrumbándose y reconstruyendose de una forma distinta. Hay nombres que perduran, recuerdos que tienen lugares especiales, pero ese mundo espectral y nebuloso varía desastrosamente. Quizá no se preste atención a las voces. Se aprende mucho sólo escuchando sonidos. Los planes no suelen resultar como se quiere. La vida no es planeable. Las explicaciones son implícitas, incluso en nosotros mismos. El paisaje tendía a estar lleno de caminos. De cemento, de arena, de piedra, de mar, de madera. Las largas caminatas eran desafíos y distracciones. Las malas costumbres en los folletos y los intentos de expresiones artísticas no pueden faltar. Doce días pasan de la misma manera. Sin precupaciones, sólo descanzando de todo. Una tormenta desatada por minutos me lleva a una charla un tanto inconclusa, que sólo describe algunas situaciones dejadas atrás momentáneamente. Mañana es el día. Los dos que faltan deberían ser otro capítulo. La irónica verdad de desconocer la misma realidad es indispensable. Lo que pasó en ese tiempo es desconociodo para todos y absolutamente todos. No hay forma de rearmarlo. Es irreconstruible una vida, una leyenda, un mito, un misterio. Tampoco hay necesidad. Los doce días de ignorar al mundo más los dos de desaparición se convierten en los días muertos. Los días inexistentes, innecesarios, estúpidos. El último día, él descansó.
¿Paraiso o Infierno?